Y en las horas del insomnio
te hallé en cada minuto;
tu ausencia, tu voz
tus labios, tu canción.
Tu ópera Carmen y la aún enigmática Rigoletto.
Tu miedo, tu piel,
tus canas y las mías como amparo de un nosotros.
Tus ojos rojos de aquella noche.
Tu soledad.
Te hallé conmigo, y yo sin ti.
Estas horas
no fueron ni más cortas ni más largas.
Ocurrieron palpitantes,
respirando profundo
en su silencio nato.
Te dejé varios mensajes.
No responderás; ya lo sé.
Pero en estas y en muchas horas
no puedo hallar a nadie más.
Loco, tonto, hermoso,
¿qué más quieres ser?
Sí, hermoso te hallé.
Y te lo dije.
Te hallé perdido,
desorbitado, desocupado, desbordante;
perturbado, con deudas en los lagrimales,
vació, indeciso.
¿Puedes imaginar todo lo que te hallé?
de este hermoso, insomnio.
Y entonces dormí.
1 comentario:
Pues como de toros no sé gran cosa, he tenido que esperar a que mi amiga plasmara esto, para poder hacer un comentario: ME ENCANTÓ el poema, me pareció muy bien hecho, muy bien contado, muy sentido, muy de dentro, muy claro, chingón, pues.
Ah, y de sus textos sobre toros, diré que me conta que son hechos con pleno conocimiento de causa y como producto de una comprometida constacia en la plaza.
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