lunes, 8 de noviembre de 2010

Los de regalo salvan la tarde

[publicado originalmente en Opinionytoros.com]

Con un lleno en los tendidos numerados y una muy buena entrada en los generales, que sumen alrededor de 35,000 asistentes, se lidiaron 7 toros de San José mansos y descastados. Disparejos de presentación. Protestados ligeramente 3°, 5° bis y 6°. Devuelto el 5° por su horrible apariencia. Dos más de regalo, uno procedente de Jorge María bien presentado y bravo que dio un juego sobresaliente. Otro más de Santa María de Xalpa muy enrazado y bravo.

Eulalio López Zotoluco: palmas, división tras un aviso y una oreja
Enrique Ponce: al tercio y división
Octavio García El Payo: palmas, palmas tras un aviso y dos orejas

Tuvo que llegar el recurso del regalo, no sólo para el triunfo de los toreros, sino para el rescate de una tarde de cara al público. Para qué un regalo, sino para complacer a quien consideramos importante.

Sin el ánimo de hace más leña del árbol caído, preocupante es que un hierro como San José haya llegado a este grado de descastamiento. Por otra parte, no deja de ser desconcertante la aventura de enviar un encierro tan disparejo con un descuido por esos pequeños detalles, que en el sentido opuesto se vuelven enormes. Tres anovillados, dos feos en tipo (3° y 6°). El tercero con una cornamenta muy desaliñada para esta plaza y un morucho, el quinto, que fue protestado al unísono no tanto por chico, sino por su desagradable constitución.

Dos distintas casas ganaderas, Jorge María y Santa María de Xalpa. Dos toros bravos. El octavo, de Santa María de Xalpa, tan bravo y encastado, que un milímetro de duda le costó un aparatoso percance a Octavio García El Payo. Entre un ambiente ya enfiestado, combinado con la transmisión de un toro boyante que se volvía tan pronto, la lidia del último de la noche, ya, iba pa’rriba. Lucidas las chicuelinas andantes con las que El Payo llevó a este “Ilución”.

El regalo de este había venido ya en un gesto de no quedarse atrás de ninguna forma, tras el respectivo anuncio que Zotoluco hiciera. Una vida y por tanto muchas tardes le quedan a Octavio por delante, pero en estas irse de vacío es peor que no haber venido. El Payo se plantó en los medios para cuajarle dos péndulos al bravísimo astado, que poseía un tranco larguísimo y además rayaba casi en la fiereza. Apenas venía el tercer o cuarto muletazo de la segunda tanda cuando el torero tuvo una ligera duda y el toro le echó mano. La caída con el cuello, y la paliza que el toro le dio ya en la arena, apagaron el interruptor. Expresiones silentes, comentarios en corto. Incertidumbre. Pero todos con la esperanza de que el queretano saliera de la enfermería.

Y volvió a los medios. Con casta el toro y el toreo. Con una paliza encima, lo único que llevaba por delante era la vergüenza y la raza de torero. El toro de Santa María de Xalpa se fue casi inédito. Ya no pudo tener un torero íntegro físicamente que lo sometiera al tiempo que se regociara en su bravura, pero tuvo un muchacho que quiso regresar a plantarle cara antes de cambiar el vestido de luces por la bata hospitalaria.

El astado de Jorge María también fue un toro de cualidades sobresalientes. Bravo, fijo, con recorrido, también emotivo y codicioso. Zotoluco tuvo a manos llenas para mostrarse en esta especie de reconquista hacia la Monumental. Como se preveía, la afición le apretó en serio durante toda la tarde. Ello, al final resulta un halago. Estaba obligado a echar mano del regalo. Para él, salir de la plaza con división de opiniones era perder de todas, todas.

Eulalio López Zotoluco fue construyendo una faena nada fácil, dado que el toro que tenía enfrente exigía, por lo que no terminó de verdad estar contundentemente por encima del astado. Una oreja que seguramente le dará reposo para la siguiente tarde que pise este ruedo, y que voltea la moneda de cruz a cara.

El paso a empujones por el túnel de Enrique Ponce al salir del ruedo hablaba por él. A un figura como él nunca le gustará que sus alternantes se vayan por delante y menos que esta plaza lo despida con pitos. Un buen número de tardes, él ha tenido opción del regalo, pero hoy además de no intentarlo, el número de toros de reserva no hubiese alcanzado.

La faena a su primero tuvo siempre la intención de llegar, y si no se pudo, fue en primer lugar por el juego del toro. Cuando no se percibe la mínima emoción que el peligro de un toro bravo transmite, no habrá en el tendido más que entusiasmo. El público estuvo esperando, y el torero además incitava esa paciencia. Como con las palmas a la expectativa de ese instante, o de ese cúmulo. Esta plaza tiene siempre disposición por ver al valenciano, por ser complemento de sus triunfos, pero en esta ocasión pese a que su quehacer estuvo plagado de momentos con mucha estética, sólo tuvo uno de apogeo. Estando flexionado como para la ejecución de su ya conocida poncina, dos circurrets completos y templados. Para el tercero el toro se le freno y le puso los pitones en el pecho, le aguantó y lo culminó.

La bronca con el quinto, un quinto bis sin juego y anovillado se le vinieron encima. No tuvo más que hacer gestos de queja.

lunes, 1 de noviembre de 2010

(Tlaxcala-México) En voz alta: El arte de transmitir

[publicado originalmente en Opinionytoros.com]

Algunos le llaman duende, otros don, unos más inspiración y así, cada uno, puede darle el carácter que desde su perspectiva mejor cuadre, con eso de, primero crear, y luego que ese trabajo creativo provoque algún sentimiento en otro ser humano. Esa es la razón de nuestra afición. Esta especie de adicción a recrearnos con la expresión artística de un torero.

Con todo y la sustitución, el cartel alcanzó de sobra para ser de novilleros tlaxcaltecas. Bien dicen que en esta tierra, con sólo levantar una piedra sale un torero. Pero lo más importante es que aún en esta pequeño Estado de la República, las vertientes del toreo son diversas. Sin embargo, independientemente de la inclinación que cada uno posea, si no hay expresión que trascienda, el toreo pierde en casi toda su medida, el sentido.

Se sabe que la técnica es un elemento que facilitará aquello que se le nombra quehacer. Lamentablemente, ha ocurrido que al fincar todo en ella, se convierte en un acto mecánico, contrario a la creación humana, la cual está plagada de improvisación, errores, insensatez, razón y tanto más. Eso que al fusionarse contiene, provoca, desborda.

Para ello hay que tener también franqueza. Actuar sin poses o alardes. Buscar la sencillez. El todo que es el silencio. Quizá hacia allá es a donde se debiera apuntar.

Como aficionados, pretendemos día a día aprender para entender y desmenuzar lo efímero del toreo, pero también nuestra ilusión es recordar por siempre.

Quien ha aventajado hoy a sus alternantes en este sentido ha sido Óscar Amador. No es un artista consumado, por mucho, ni tampoco el de corte más fino, pero sí, para esta tarde es de quien podemos citar más pues logró en mayor medida, cuantitativa y cualitativa, conciliar su expresión con la sensibilidad de quienes estuvimos ahí. En los naturales con largueza y sentimiento ante un toro con recorrido y codicia, pero también por la casta con el otro novillo que no le puso las cosas nada fáciles.

Ese trasladar en el espacio, en el tiempo, en los sentidos, las sensaciones de un hombre -como género humano, aclaro-, en coincidencia con un toro bravo, hacia otros más, es el arte que queremos y defendemos (no sólo porque esté como de moda.)

*Fotografía: Jorge Rosete