viernes, 17 de octubre de 2008

Las orejas o la vida

[Publicado originalmente en: www.opinioytoros.com 12/10/2008]

Ese es el rasero. ¿Es la guillotina, la voladora, la limpia? Esas son las condiciones que todos y nadie le han puesto, por lo menos, a la temporada en la Plaza México. La única forma de no ser enviados al destierro es: regresar a casa con las orejas o haber ido, sin duda alguna, a empeñar la vida al ruedo ¿Así debió haber sido siempre?

Por lo menos así han estado los tres alternantes hoy. Jerónimo cortó una valiosa oreja y, tanto José Luis Angelino como Israel Téllez, han expuesto de y con verdad. Israel Téllez salió de la Plaza México en una ambulancia con una cornada grave y José Luis Angelino a poco estuvo también de ser herido.

El encierro de Garfias no es para ensalzarse. En general ha pecado de falta de bravura y clase. Prácticamente ninguno se empleó por el lado izquierdo. Con el caballo, sólo el primero empujó. El resto, en mayor o menor medida se escupían del castigo. Asímismo, salvo el cuarto, que fue con mayor claridad a la muleta, no fue precisamente un ideal de bravura, todos salían distraídos y tuvieron que ser lidiados en las zonas del tercio o las tablas.

Ante esas adversidades, o ante la reducción de posibilidades, la obligatoriedad de pisar el terreno, de buscar con voracidad no ser excluidos se convierte en algo irreversible.

Lo anterior conlleva, desde luego, actitud, presteza. Eso que tuvieron los tres toreros. A la verónica, con quites, banderillas, con la muleta.

Jerónimo se enredó por el lado derecho con profundidad y sello con su segundo. Si ese era el potable no había que dejarlo ir. Aunque hubo cierta dispersión, no sólo en los tendidos. Le faltó estructura a la faena. Los momentos, las tandas eran bueno, pero aisladas. No hubo un todo. Jerónimo sacó lo que traía para esta tarde. Su primero, no fue nada fácil. El toro sabía bien lo que dejaba atrás. Siempre rebrincaba. Fue resolviendo a lo largo de su trasteo y también consiguió tener momentos que calaron.

José Luis Angelino también demostró tener la ilusión de ocupar el sitio que ya tuvo. Metido entre los pitones, encelando con el cuerpo al manso que hizo segundo. O con el quinto, de rodillas en medio del aguacero. Ese mismo que parecía le había metido el pitón en la pantorilla al resbalarse en la cara del toro.

Un Israel Téllez que pudo haber cortado la oreja del tercero si la espada no hubiese llevado esa ligera tendencia. Tras una faena entendida ante un toro que lo pedía todo: sitio, técnica, aguante y conocimientos. Y ese mismo torero que aún llevando una cornada penetrante de vientre no se fue a la enfermería y mató al marrajo que hizo sexto.

Así están las cosas en La México. Las orejas o la vida son el pase para continuar la travesía. El público no está de dulce. Está exigiendo y este domingo hubo tres toreros que cumplieron con cualidades y actitud.

miércoles, 8 de octubre de 2008

tu piel está llena
tu piel me es extraña

tu piel

lugar de limbos


ahí divago





tu brújula al centro.