viernes, 5 de agosto de 2011

Los toreros y la fiesta de México

[publicado originalmente en Opinionytoros.com]

En los últimos meses los toreros mexicanos han sido tema en Europa, -España primordialmente. La inclusión o la no exclusión de estos connacionales en las ferias, plazas y festejos de mayor importancia en la península, ha permitido por principio de cuentas, que se conozcan seis, siete, ocho nombres de toreros “mejicanos”. Luego, las actuaciones en el ruedo y los resultados de cada uno, es lo que ha propiciado la generación de espacios, textos, comentarios por parte de la prensa y los profesionales ibéricos. Así pues, el medio taurino mexicano se ha dado no sólo a valorar el desempeño de estos toreros por aquellas plazas, sino también de calificar como positivos esos juicios, comentarios, opiniones, reseñas, etc.; apreciación que compartimos. La conclusión es sencilla, se ha “hablado” bien de los mexicanos en España.

Cuatro de los cinco toreros que se presentaron en Madrid en la pasada feria de San Isidro, han vuelto a hacer el paseíllo en Las Ventas. Arturo Saldívar a los pocos días, Joselito Adame en las corridas posteriores a las ferias, Sergio Flores y Diego Silveti en el actual serial de novilladas, e Ignacio Garibay está por hacerlo en algunas semanas.  A estos se le deberán sumar también las apuestas de Arturo Macías El Cejas, Israel Téllez, y Brandon Campos, quien fue la verdadera sorpresa , para tomarlo como la señal que reforzaría aquella conclusión.

¿Qué representa todo esto para la fiesta de y en México? ¿Estos hechos son un reflejo de la fiesta en nuestro país, o se trata más bien de esfuerzos aislados  que las empresas de Madrid, Sevilla, Pamplona, por mencionar algunas sí han sabido aprovechar?

Loable, sin duda, ha sido  la actitud, la responsabilidad con la que cada uno de estos toreros ha enfrentado los compromisos. Sin embargo, la fiesta en México en su conjunto no puede creer que el asunto está resuelto. México no está viviendo “en carne propia” esos resultados halagüeños. Lo que está pasando allá no se está viviendo aquí.  Estos triunfos morales les pertenecen a ellos, pero no a México porque no están fincados por todo lo que podría sumar el mundillo taurino de nuestro país, sino que esas ambiciones y apuestas tienen únicamente soporte en sus propias casas.

Aquí, la fiesta está como partida. Lo que ocurre en el territorio nacional con los toreros mexicanos y extranjeros es muy distinto a lo que pasa con estos mismos, pero fuera de aquí. ¿Ya no vale la pena apostar aquí? ¿Por qué jugarse el todo o nada, allá? ¿El escenario en México ya no tiene capacidad para irradiar? Esa desolación y fastidio de la medianía ha hecho que como aficionados sólo alberguemos la esperanza de un torero mexicano, pero fuera de México. Queremos instalar en el nicho, hoy evidentemente vacío, del gran torero de época, de mesías al primer fulgor. ¿Como aficionados estamos también perdiendo el piso?

Arturo Saldívar ha dado este año por las plazas españolas, pasos que han de ser pilares de su carrera, pero eso es hasta ahora. Sergio Flores, ha dado la talla como novillero, está en la recta final de esta etapa y ese llegar embalado a la alternativa es el mejor contexto para la transición. Ignacio Garibay y Joselito Adame reafirmaron o reabrieron los horizontes de sus carreras, cada uno en su respectiva etapa. Aquí cuatro matadores de toros mexicanos –uno virtual-, que han traspasado las fronteras del “puede ser”.

Por otra parte, los mismos Ignacio Garibay y Joselito Adame, junto con Diego Silveti, Israel Téllez, Juan Pablo Sánchez (en 2010) son la muestra de esa fraccionamiento de la fiesta en México. Ninguno de estos estuvo en la Plaza México, por lo menos, en el último año. Las razones, distintas para cada uno, desinterés, caprichos, falta de voluntad, de una o de la otra parte, pero si existe un  desacuerdo entre el elenco que presentan Madrid, Sevilla, Nimes, Arles o cualquier otra plaza de primera en Europa y La México, no hay duda, el camino está o se anda chueco.

Tan chueca, tan dividida, tan mediana, que estos heroicos toreros mexicanos vuelven a México al confort. ¿Para qué entonces hacer el esfuerzo en Europa? ¿De verdad queremos encumbrar a un torero que extranjía es capaz de todo, pero ante nosotros anda a medias? Sin ánimo nacionalista, suficiente tenemos con lo que los de allá vienen a hacer aquí. ¿Es que acá no es redituable, y por tanto, ni siquiera lo merece actuar con la responsabilidad al cien? ¿Acá cobran y allá lo apuestan? En su defensa, cierto es también que ni siempre, ni todo, es atribuible a los matadores.

Sí hay toreros capaces de las hazañas ya narradas, entonces ellos pueden ser esos mandones de la fiesta en México. ¿Qué pasaría si al volver aquí exigieran el nivel de profesionalismo al que están sometidos en España y Francia? ¿Los desterraríamos?

Todos los seres humanos, preferimos el menor esfuerzo por la mayor recompensa, sin importar que esta sea efímera, ligera y sin fondo. Pero no todos eligen esa opción. ¿Alguno querrá ser además del torero con mayor arte, o el mejor lidiador, el torero de mayor ética y responsabilidad? ¿No será este el camino para ponerse de verdad a la altura de las figuras actuales? ¿Cómo podemos construir esa soñada grandeza? ¿O este es un ideal tan lejano, como nuestra realidad actual? ¿Cuál es entonces la fórmula para que se consolide algún torero mexicano como gran figura?

¿Nuestro único futuro es conformarnos con la aparición aislada y un desempeño sobresaliente de apenas un puñado de toreros mexicanos en Europa, y esperar a que exista voluntad para ver a alguno de esos toreros en México, por lo menos a medias?

¿Cuál es entonces el objetivo de esas apuestas y de esas entregas épicas?

No hay comentarios.: