lunes, 14 de marzo de 2011

Maripaz Vega sale en hombros en el cierre de la temporada

[publicado originalmente en Opinionytoros.com]

Con aproximadamente siete mil asistentes en los tendidos se lidiaron tres ejemplares de La Punta, disparejos en hechuras y comportamiento al igual que los otros tres de Jesús Cabrera, más uno de La Joya de regalo bueno, pero apenas justo de presencia.

Maripaz Vega: dos orejas y división de opiniones
Hilda Tenorio: palmas tras un aviso, silencio tras un aviso y silencio tras aviso en el de regalo
Lupita López: una oreja y silencio tras tres avisos.

Después de poco menos de una década Maripaz Vega hizo otra vez el paseíllo en la Plaza México. No obstante, la constancia, la lucha sin tregua de todos estos años –sumados además los de alternativa-, han quedado claros este domingo, y reciben ahora, una justa recompensa.

Luego de otorgar la alternativa a Lupita López, la malagueña recibió a Kicapu, un astado chico y sin rematar de Jesús Cabrera, y por tanto fue protestado. Las verónicas tuvieron reciedumbre. Bien toreadas y por tanto jaleadas en los tendidos. El quite por chicuelinas fue suave, en especial la segunda, muy cadenciosa. Con la muleta, Maripaz estructuró una faena afuerita de las rayas del tercio con sitio y oficio, primero. Prendía bien al astado para llevarlo bien toreado en tandas primordialmente por el lado derecho. El toro aunque tuvo una aceptable dosis de clase y nobleza, le hizo falta fuerza, y como dicen algunos, un punto más de raza. Fue un trasteo de esos que hacen ver las cosas fáciles, gracias a la colocación, a la quietud, esa que no se equipara a la inmovilidad, sino al movimiento justo, y a la capacidad de entender y resolver. Por el pitón izquierdo el toro era menos claro e iba rebrincando, aunque fue por la diestra que vino un achuchón sin consecuencias.

Bello el colofón. Un abaniqueo por la cara muy torero que precedió a un estoconazo. Perfecta la ejecución y la colocación, pues el toro tardaría unos 15 segundos en rodar sin puntilla. La estocada merecía por sí sola una oreja. La segunda fue solicitada con insistencia de manera casi unánime, por una faena a la que le faltó un astado con mayor emotividad, pero que tuvo una sólida arquitectura.

Con el cuarto de La Punta, un toro que a cada muletazo, que fueron más bien doblones para ahormarlo, desarrolló un peligro evidente, Maripaz Vega optó por abreviar rotundamente. Para unos aceptable, para otros reprochable el no jugarse la vida en pro de un heroismo sin fondo, que redituaría en el mejor de los casos, en el reconocimiento.

Milagroso de La Punta fue el toro de la alternativa. Como el milagro del toreo, como el milagro de ser torero, como el milagro de ser matadora de toros. Aunque pobre de cabeza, el público se aguantó la protesta y Lupita López pronto lo toreó muy sabroso a la verónica. Luego vino un señor quite por gaoneras, nada dogmático, es decir, no el típico que se plantea en los medios para aguantar toda la leña, simplemente un quite bien ejecutado y con interpretación propia.

La toricantana no podía ocultar el nerviosismo. Antes de recibir los trastos por parte de la matadora malagueña agradeció, pidió permiso, o que se yo al juez. Tras la ceremonia, poco a poco fue fluyendo. Ese Milagroso fue un toro muy noble, soso, pero ideal, me parece, para que Lupita López pudiera confiarse. Había que cuidarle mucho las alturas, pues también careció de fuerza y la yucateca fue resolviendo hasta entregarse en muletazos muy sentidos por el pitón derecho. Todo era dejarse llevar, el astado se lo permitía, pasaba y pasaba sin poner un pero, y así Lupita logró disfrutar plenamente. También ello lo transmitió al tendido, que pese a una estocada casi entera y caída pidiera la oreja.

Con el sexto escuchó los tres avisos evidentemente por inexperiencia. Pero no tanto por el oficio con los aceros, que también no fue lo eficiente que se requería, sino por la falta de presteza para volver a perfilarse tras una estocada que no daría resultados. Zarape (supongo que en alusión a los tradicionales sarapes de Saltillo) de Jesús Cabrera, pasó el primer tercio barbeando las tablas. Sin embargo, para el tercio final acabó empleándose con mucha nobleza, luego de que la matadora yucateca lo sacara un poco a la zona de los medios. Lupita volvió a torear gustándose, quizá no mandándolo, sino más bien acompañándole la embestida. Ahí queda el personal sello de la nobel matadora, quien seguramente con más toros podrá madurar técnicamente.

Hilda Tenorio si bien tuvo una tarde con toda la voluntad y disposición, por momentos fue también desconcertante. El primero de su lote, de Jesús Cabrera, como el sexto, del mismo hierro, anduvo dando vueltas por todo el ruedo barbeando las tablas con la clara intención de salir de ahí. Hilda se fue a los medios a torearlo por chicuelinas para hacerse de él, pero resultó infructuoso. Con la muleta no cambió. Siempre huía. Sus compañeras se le había ido por delante, ello le apretó y con la finalidad de no quedarse atrás intentó hacerle el toreo en redondo.

Con el quinto de La Punta no logró confiarse. Si bien el astado metía la cabeza, conforme fue transcurriendo la lidia se fue quedando y venciendo en cada muletazo. Optó por obsequiar un sobrero de La Joya, de la línea Parladé, que fue bravo, tuvo codicia y fue muy fijo. Este encaste, como se sabe, resulta un poco más violento, pero permite que al prender a los astados desde adelante y llevarlos bien metidos en la muleta puedan emplearse, de otro modo, parece que se resabian y es difícil estar ahí con ellos.

La michoacana no estuvo fina con los aceros de nueva cuenta y terminó por escuchar un aviso en cada uno de sus ejemplares.

*Fotografía cortesía de Humberto Ávila

No hay comentarios.: