lunes, 29 de mayo de 2006

Un triunfo para "La Joya"

A la México llegué este domingo, como en algunos otros, lo que significa que no todos, al medio día :al sorteo. Por gusto y por responsabilidad. Luego justo, de cumplir con las primeras responsabilidades del día, tuve que atender otra misión. Ésta distinta y fuera del ámbito taurino, pero con un amigo que conocí en este rumbo.

De acuerdo con las circunstancias: es decir, domingo de toros, la México, con hambre y bisnez, no había otra opción que resultara verdadera. Tacos de El Villamelón.

Por supuesto chanelamos de toros. De la nueva empresa. Un dejo de buscapiés, quizá. Que el innombrable regresaría, dijo. Que no iban a aguantar, dijo que dicen. A una completa ignorancia y total incredulidad respecto a esos comentarios, lo único, además de lo certero, fue decir con toda honestidad: no se. Luego entonces, no tratar de armar conjeturas ociosas. Decía también que veía poco ambiente, para esa tarde. Yo insistí. Creo en esto como acto de fe –no dogmática, aclaro-, y también con base en los hechos. Insistí también, en la paciencia que debemos, los taurinos tener.

A la postre, esta fe de augurio sustentado muestra. La afición se está metiendo ya a la plaza. Esta tarde, el coso monumental de la ciudad de México, recibió a un mayor número de asistentes, a la de los dos domingos anteriores, e incluso a muchas de las fechas de la pasada temporada grande. Los hechos, los indicios como en el caso de las enfermedades, nos anuncian que estamos mejorando. Toro a toro, uno por uno.

Volvimos a ver en este ruedo a un señor: al Toro, por supuesto. Como lo dijo Don José González Dorantes, criador del bien presentado encierro de La Joya que trajo a la Ciudad de México. Bien presentado, no en tono de cierto pichicateo, sino para buscar la precisión y no ensalzar lo que es importante por si solo. Salvo uno, el quinto, el resto de los ejemplares de divisa turquesa, amarillo y blanco, fueron también toros bravos en cuanto a su juego.

Confirmaron la alternativa Ricardo Rosas, Aldo Orozco, teniendo como padrino a Fernando Ochoa. No hubo corte de orejas, pero si una tarde importante para el futuro de estos muchachos. El de Jalisco, Aldo Orozco, fue quien mejor librado salió de esta tarde.

Había esperanza. Fernando Ochoa hace apenas unas semanas había indultado un toro de Jaral de Peñas, de origen Parladé también, en la feria de San Marcos. Este moreliano estuvo perdido de los ruedos por ahí de dos años. Incluso hace aproximadamente este tiempo se le fue un toro vivo en aquí.

Las recientes corridas en las que había actuado, nos hacían pensar que Ochoa encontraba de nuevo el rumbo. Y aún puede ser, pero esta tarde ha sido un tanto conformista. Con Cantaclaro, un toro flojito de manos, pero bravo, y con el que había que pensar, le faltó cuajo. Lo recibió con verónicas aseadas, en particular las del lado derecho. Cuidó la lidia. Llevó al toro al caballo sabroso, pero, lo dejó muy cerca del peto. Bregó en el segundo tercio. En lo personal, además de otorgar reconocimiento a la actitud, lo considero un acto de responsabilidad cabal.

El público estuvo muy atento a su quehacer con la muleta. El torero se percibía con paciencia y con cierta claridad. Citaba de largo, se iba de la cara del toro entre tanda y tanda. Sobresalieron varios muletazos de entre estas series, y un remate decoroso hubiese sido una buena estocada. No fue así. Se fue abajo con el acero. La sí exigente, pero también cálida afición de La México, lo sacó al tercio.

Con Enamorado, que fue alegre, por supuesto noble, parece que Fernando Ochoa lo ignoró. Apenas lo dejaba pasar. No hubo estructura en su labor. No había planteamiento para acercarle la muleta al toro, y por ende para lo que sigue. Parecía otro torero.

Para Ricardo Rosas, el asunto mañana está más difícil que ayer. Dentro de las profesiones complicadas, se incluye esta: la de ser torero. De verdad hay que conjuntar un gran número de cualidades, y también aquí el mundo está al revés. Lo reprochable hoy para Ricardo es entonces: a sabiendas de esto, hay que aprovechar los entresijos, los huequitos. Sólo está la mirilla para tener contacto con el exterior.

Ninguno de los toros del encierro era facilote, noblote, tonto. Estamos aprendiendo que la bravura de este otro encaste se manifiesta y se emplea con cierta diferencia. Hay que hacerse de él con más poderío, pero también es necesaria la suavidad. A este michoacano, no le tocó lo más sencillo, pero es tiempo de sobrevivir. Su segundo un toro parado y soso. Trató de cruzarse con él. Le busco el terreno, pero ni siquiera la disposición parecía suficiente. El primero, un toro más claro, si con sus complicaciones, le pidió un sitio que no encontró o al que no supo llegar.

Ricardo Rosas es de esos toreros de arte, y no se le pide traicionar los principios. Pero tampoco dejarse perder en la exquisitez.

El tapatío Aldo Orozco se llevó el mejor lote. Los planteamientos de su labor en ambos astados fueron prometedores. Es bueno recordar que se trata de muchachos con pocas oportunidades y que así como se parte de las condiciones del toro para juzgar la labor de un torero, también es justo considerar su experiencia. No obstante, lo que deben mostrar de manera independiente a estos factores, es la actitud. Aldo ha mostrado actitud. No ha aprovechado a cabalidad a Rancherito y Bellotero, fundamentalmente por esta experiencia a la que nos referimos, la cual, no debe traducirse sólo como número de toros matados. Esta experiencia considera el vagaje del torero, si en el mundito taurino, pero también como personas.

La poca calma que solemos tener en la vida diaria está también presente en los ruedos. Y si a ello le sumamos la escasez, ello se convierte en una ansiedad voraz. Así estuvo Aldo. Apresurado, confundido, ansioso. Afortunadamente estos pueden ser buenos síntomas en materia taurina. El tiempo, junto con la experiencia, eso que también es lo que uno hace con lo que le pasa y no sólo lo que a uno le pasa, inclinarán la balanza.


Fernando Ochoa: al tercio y pitos tras aviso
Ricardo Rosas: pitado en su lote
Aldo Orozco: al tercio y división

Arrastre lento al sexto

Salieron al tercio los subalternos: Adolfo Sánchez, Raúl Bacelis y Ricardo García Camino “Caminito”.

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