domingo, 22 de mayo de 2016

Mucho más que una oreja. Mucho más que una faena

[publicado originalmente en Opinionytoros.com / (San Isidro 2016)]

Mucho más que una oreja, decían en la televisión, cuando Paco Ureña daba la vuelta al ruedo con el apéndice cortado al quinto. El premio tenía mayor cotización que una oreja en Madrid; o, lo que el torero murciano había hecho, en el ruedo, delante del animal, era lo que suma y vale para pasear un premio. En otras palabras, este trofeo tenía otros tintes; una valía distinta frente a muchas otras premiaciones concedidas en esta misma plaza.

Mucho más que una faena, agregaría yo. Porque en otros casos, se piden y entregan las orejas por alguna faena muy bien construida. O por otras que cumplen con ciertos parámetros. O simplemente, porque la concurrencia quiere salir contenta. 


Lo de este torero hoy, ha sido más. No se ha tratado de un trasteo que cumplió, como apuntaba, con una serie de requerimientos. Ha sido una de esas tantas cosas que tiene esta fiesta, difíciles de explicar. Primero porque aquí hay más para sentir que para razonar. No siempre, o casi nunca, ver torear es algo más que ver emplear correctamente la técnica, entender el comportamiento de los toros, someterlos y así estructurar una faena. Muchas veces nos embelesan la estética, la expresión artística en series templadas, por ejemplo. Pocas veces -desafortunadamente-, ver torear es también poder ver que ese hombre, en conjunto con el toro, se extinguen y al mismo tiempo surgen. A veces, al ver torear, se puede percibir la sutil diferencia entre jugarse la vida y entregar la vida. 

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