jueves, 12 de junio de 2008

dice Eduardo Milán

en la presentación de su Antología poética

Calar en algo profundamente subjetivo como la poesía es aspirar a una objetividad casi cósmica, a una inspiración esterlar. Es dedicarse a la protección de las distintas vidas, de los distintos aires, de los distintos nombres más allá de uno mismo. A eso se aspira. La no perdida nunca tentación de la antena. Pero hay una especificidad todavía en juego, una inutilidad que salta desde el no importarle a nadie hasta la importancia total, más allá de lo poético. Hay una conciencia de lo perdido que no relama devolución en el libre juego de las apariciones. Es un saber (porque es un saber) que no pude la devoluciòn a las diferentes operaciones de usurpación de los nombre de secuestro de la elipsis, de sustitución de los vehículos que antes fueron delfines (antes, cuando la antena captaba) y ahora son giros en blanco, sin fondo.

El desvalimiento de lo humano queda en claro cuando lo humano intenta, a toda velocidad, recuperarse mono, no ya su mono como si fuera su locom sino el mono que parodia, mono violeta, crespuscular, caído. La palabra poética entonces, vuelve a se un arco tendido entre la tendencia a la totalidad que continúa, hambre en espiral, y la negativa a ser guturable como cuando, no en la caverna, más antiguamente, en la gruta.

No hay comentarios.: