lunes, 22 de agosto de 2005

paisaje electrónico. Toma 1

la historioa subterránea más importante: la del lector -a propósito de Piglia.

En un ya no me acuerdo, busco, lo que nunca he sabido cómo se dice.

El arte no busca la forma, dicen; se equivocan. Mienten. Viven en un aquí y ahora que no existe. Son las realidades construídas, como todas. Son las habitaciones que fingen, lo ruidos que como tales manchan.

Los pulsos contruyen las grafías, las firmas las omisiones (moniciones) las insistencias (intenciones) y, la piel cubierta de un frío que ya no se nombra. Disminuyen los sentidos ¿Lo cotidiano es morboso?

Los objetos estorban mi camino. No es un árbol o una piedrita, no se llaman. Este paso es lucha. Es lo indeseado, así: lo indeseado. Así se oye, así se camina, así se ensucia. Así se fricciona. Así aprieta los músculos demi cara. Un gesto. El obstáculo.

Cuento, no.

Busco las imágenes que he perdido, que he dejado en el ruido, en la desesperáción, en la despensa, en la dispensa por no detenerme.

a piel cubierta: esquivo
A piel cubierta: engaño
A piel cubierta: escondo
A piel cubierta: miento
A piel cubierta: insisto

Busco.

Quiero hacer, en lugar de soltar una mano. La deriva es incómoda. Levanto la mirada para contar. Las nubes. No.

Los rastros mantienen su peso. Los pasos regulan el calor o el frío, los ensayos, las esquinas, lo necesario, las necedades.

Hoy, las gotas se guardaron para no tener el retrato, para provocar descalzar mi pie y no sentir la textura, de la banqueta no se, cómo son las caras vacías que quería escoger. Hoy no se mueven ni mi cuerpo, ni los objetos; tampoco se detuvo el mundo.

Hoy quizá quise saber, morder si aprieta o si raspa.

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